jueves, 10 de marzo de 2011

No a la impunidad



Me dan asco las personas que amparadas en la falsa seguridad que otorga el lado oscuro de la vida, o que basadas en la vaga certeza que sus viles triquiñuelas les darán réditos económicos, o pingües y efímeros triunfos, se encargan de hacer la existencia difícil al resto de la humanidad que cumple a rajatabla con sus deberes, que respeta los derechos del otro, que transita por la vida con la cara descubierta.

Si, existen y a raudales, aquellos personajes que buscan hacer daño, por el simple hecho de sentirse poderosos, intocables, aquellos personajes que aprovechándose de debilidades de la letra de la ley pretenden incrementar sus haberes con ruines procedimientos, lejos de toda moralidad y mezclándose con la delincuencia.

Pero nosotros, quienes nos vemos afectados por las actuaciones de estos mínimos seres, tenemos el deber y la obligación de no cejar en desenmascararlos, de luchar una y otra vez. Tenemos el derecho a vivir en un mundo libre de encono, en un mundo en que todos nos podamos dar la mano, en que todos miremos con la frente en alto, sin miedo, sin prejuicios y por sobre todo libre de delincuencia.

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